sábado, 14 de diciembre de 2013

EXILIO












Perseguidos por lesa tiranía, salimos a una tierra sin nombre. Atravesando la inmensidad oceánica, vimos alejarse las raíces familiares.

Con insaciable sed de libertad, bebimos el amargo cáliz del exilio. Fuimos sombras entre las sombras, vagabundos en urbes sin identidad, en esas calles dejamos nuestras huellas sin dirección ni esperanzas, desprendidas como hojas de otoño.

La amistad de esos pueblos no borró nuestros viejos amores, sembramos de soledad y dolor el surco de la tierra desconocida.

Si a través del tiempo y el espacio, reuniéramos la agonía de los trasplantados, este sería el mejor testimonio de la cruel esclavitud del exilio.

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