jueves, 1 de diciembre de 2016

JULES ROMAINS

                                                             Jules Romains


Su nombre real era Louis Henri Jean Farigoule, nació el 25 de agosto de 1885, en le región de Puy de Velog en la casa familiar, donde sus padres vacacionaban. Su padre era profesor en París. Hizo estudios secundarios en el Liceo Condorcet y en 1906 entró a la Escuela Normal Superior, donde se diplomó como agregado de filosofía. Trabajó en liceos del interior: Brest, Laon, Nice, falleció en 1972 en París.

En 1906 escribe Le Bourg régénere, que ubica en un pueblo semidormido, hasta que una inscripción revolucionaria en un baño municipal sacude y cambia la ciudad. En 1911 publica Mort de quelqu'un y en 1913 Les copains, novela calificada como epopeya burlesca, tiene reminiscencias autobiográficas. Donde un grupo de jóvenes mistificadores urde una suerte de subversión en broma, en las tranquilas ciudades de Auvernia.

Jules Romains fue profesor de la Universidad de París hasta poco después de la Primera Guerra Mundial, en la que abandona la enseñanza para dedicarse totalmente a la literatura. Incursionó por la poesía y el cuento: Odes et priéres, Psyché, Amour, Couleur de París, Puissances de París, Lucienne, entre muchos otros. Le atraía la poesía, el ensayo y el teatro, pero supuso que podía aportar a la novela lo esencial de si mismo.

Dedicó varios años a los veintisiete volúmenes de Los hombres de buena voluntad, que aparecieron de 1933 a 1947. Ficción en prosa, que expresa en el movimiento la multiplicidad y el devenir, esta versión del mundo moderno del que La vida unánime cantó la emoción inicial. Casi la mayoría de los volúmenes, desarrolla una aventura determinada. No favorece ni singulariza héroes en la vasta masa de figuras. La fe en esta buena voluntad de los hombres es la fuerza que sostiene esta difusa exploración por los más diversos estratos y destinos. Una fe un tanto quimérica que acabará para siempre con la violencia, la tiranía, el crimen colectivo, paradojalmente exaltada en una obra escrita, en parte, en momentos singularmente sombríos.

El teatro le ocupó e interesó durante años a Romains. Escribió excelentes sátiras caricaturescas como: Monsieur la Trouhadec saisie para la debouche (1923), Knock, del mismo año, y Doneggoo, continuación de la primera obra citada. Los dramas unanimistas: L'Armée dansa la ville (1911), Cromedeyre-le-Vieil (1920), Le Dictateur (1926, La possesion des biens (19309, que no conocieron el mismo éxito que las farsas.

GEORG LICHTENBERG

                               Georg Christopf Lichtenberg                                          

Georg Lichtenberg nació el 1° de julio de 1742 en Oberamstadt pequeño pueblo alemán cercano a Darmstadt, y murió el 24 de febrero de 1799 debido a una grave pulmonía. Fue hijo decimoséptimo de Johann Conrad Lichtenberg y de Henrike Catharine Eckhard. Su padre cultivaba la literatura, música, física, astronomía y las matemáticas.

Era físicamente deforme, producto de un  raquitismo, un pequeño jorobado. Hizo sus estudios primarios en la escuela de la ciudad y los secundarios en el Pädagogium de Damstardt, donde recibió una educación clásica. Se interesa por la literatura, las ciencias naturales y diserta sobre filosofía y matemáticas, escribe alguna poesía.

Consigue una beca del Landgrave von Messen para hacer estudios universitarios. En 1763 se va de Darmstadt para estudiar en la Universidad Georgia-Augusta de Gotinga (1763-1767), estudia matemáticas, astronomía e historia natural. Escribe poesías y corrige pruebas de imprenta para ganar algún dinero. En 1770 emprende viaje a Inglaterra. A su regreso lo nombran profesor en Gotinga. Hace mediciones astronómicas de la ciudades de Hannover, Osnabrük y Stade.

En 1774 es nombrado miembro de la Sociedad Científica de Gotinga y profesor de física que ejerció hasta su muerte. Mantuvo correspondencia con Nicolai, Kant, Goethe y científicos alemanes y extranjeros. Tiene como modelos a Shakespeare, Spinoza, Rousseau y Mösser. Fue un libre pensador, critica el dogmatismo, la moda, la erudición, la reflexión enfermiza, el concepto del honor, la religión, la rutina. Se  consideraba ateo: "Agradezco al buen Dios mil veces el que me haya hecho ateo". En política critica el depotismo alemán, admira el sistema inglés y frente a la Revolución Francesa la apoya en un principio, pero luego se pone en contra de los jacobinos por el uso de la violencia.

Lo más importante de su obra son los Aforismos, máxima o sentencia que se propone como pauta en alguna ciencia o arte. El aforismo no se encierra en si mismo sino que exige del lector sus propias reflexiones. Presupone poner en duda los valores objetivos, un pensamiento no sujeto a sistemas y una libertad de espíritu. Lichtenberg se preocupa más por el contenido que por la forma. Su estilo es claro, directo y preciso. No está por adornos ni un tono didáctico. Sus aforismos exigen siempre un co-pensar por parte del lector.

Fue admirado por su agudeza, profundidad y universalidad de sus aforismos, entre personalidades como: Hebbel, Schopenhauer, Nietzche, Freud, Wagner, Tolstoi, Kästner, Tucholksy, Hermann Kesten, Breton y Einstein.