¿Acaso pretendieron sepultar
la voluntad de la democracia
lacerando el alma popular
por decreto de gracia?
Nadie podrá olvidar jamás
aquella traición y felonía,
ni creer el argumento falaz
para encubrir tanta cobardía.
¡Insensatos! no pudieron minar
ni doblegar la firme vocación
libertaria que nos logró legar
Allende, presidente de la nación,
cuyos ideales no pudo avasallar
el nihilismo de la conspiración.
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