Amanece con destellos,
surge la luz del nuevo día
y duermen tus ojos bellos
morena del alma mía.
Despiertas curiosa y asustada,
acaricio tu rostro de porcelana,
me dedicas una sonrisa apagada,
mirada de ópalo de la mañana.
Piel canela de ojos ardientes,
cabellera azabache y brillante,
cuerpo de escultura ondulante
suave como nardos nacientes.
Un beso y una caricia deslizo
por tu espalda aterciopelada,
para hacer surgir un hechizo
de tu alma mi bella amada.
Beso tus ojos, tus labios rojos
me devuelven otro de fuego,
el amor está hecho de antojos
y la pasión es un juego.
A tu dulzura soy fiel
y a tus placeres me rindo,
cuando tus labios destilan miel
como la ambrosía del Tamarindo.
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