Tenía ojos claros y serenos
de tierna mirada, dulce y bella.
Conocí la hermosura de su rostro,
trajo alegría y dio sentido a mi vida.
Estaba hecho de sueños, ebrio
de pasiones, solo deseaba tenerla.
¡Qué claridad! ¡Qué noche deliciosa!
Se inflamaba el alma de amores.
Después de la pasión, dulce sosiego,
su cuerpo generoso, su virtud
en la oscura noche de quietud,
después del sueño, ella a mi lado.
Era una flor hermosa y pura,
callado pasaba la mañana
admirando su dulce y madura
belleza... ¡es tan corto el placer!
Y tan largo el pesar...
se fue llevándose mi libertad,
prisionero quedé de su dulce mirar.
¡El amor es la respuesta a la soledad!
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