En la quietud del ocaso
asoma mi bella amante infiel,
aquella que me erizaba la piel
cuando bebía, de su carnal vaso,
la ambrosía que manaba
de su cuerpo: amor, pasión
y caricias, traducidas en ardor
de besos que su boca destilaba.
Hermosa amante infiel,
otro cosecha en tu seno
la semilla que yo sembré,
mujer, que se me corta la hiel
y por tu engaño me enajeno,
soledad, amargo trago beberé .
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