Cada cierto tiempo, a pesar de los años transcurridos (48), Javiera asoma en mis sueños con su sonrisa y cercanía que irradiaba sutil ternura. La veo tal cual era: hermosa de la cabellera a los pies.
Hace unas noches nuevamente la encontré, cuando estaba en brazos de Morfeo. Volvemos a retomar antiguas pláticas que teníamos en la sala, en tardes de invierno junto a la estufa. Al calor de ella compartíamos ilusiones, inquietudes y tristezas. Teníamos una cercana amistad, sweet feeling.
La recuerdo cuando pasaba a verme a Los Gobelinos, tienda de moda de aquellos días, en pleno centro de Santiago. Mis compañeros quedaban prendados de su belleza, nadie podía restarse ni quedar indiferente al verla pasar. ¡Elle était si jolie!
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Sin lugar a dudas fue una amistad entrañable, especial, inolvidable, cuya magia evoco hasta estos días. Tuve gran afecto por ella, y se que la he querido.
¡La vie inachevée!
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