En pleno siglo XXI vemos que la esclavitud no ha terminado, hoy el hombre vive esclavo del neoliberalismo, del salario mínimo miserable, del consumismo y de juguetes tecnológicos, inteligentemente creados, que lo mantienen cautivo e idiotizado. Estado y Empresas son instituciones despersonalizadas, para éstas los problemas del trabajador no cuentan, éste es tan solo una cifra más.
Los grandes empresarios, lo mismo que los latifundistas de antaño, no dan pie atrás ante nada, poco les importa el sufrimiento humano. Si se reclama justicia social, responden que afectará el empleo, con evasivas y conceptos filosóficos. Cuando ven atacada la propiedad responden con la metralla, la soldadesca siempre estará a su servicio para someter la plebe.
(Masacre de La Coruña, 1925; obreros portuarios de Valparaíso, 1903; obreros del carbón en Coronel; el mitin de la carne en oficina salitrera Chile; matanza en plaza Colón de Antofagasta, 1906; oficina salitrera Domeyko; matanza Federación Obrera de Magallanes, incendiaron la sede de la FOM y ametrallaron a los trabajadores que huían de las llamas, Punta Arenas; San Gregorio; Seguro Obrero; El Salvador; Lonquén; DD.DD en dictadura de Pinochet. Es Historia, triste realidad de Chile).
La Iglesia no está libre de culpa, institución político-religiosa, cuyos intereses se inclinan al poder económico. Bloqueando las legítimas aspiraciones y libertad del individuo a través del MIEDO a lo desconocido, a fin de convertirlo en sumiso servil del poder. Religiones "moralistas", maná para incautos e ignorantes. El hombre aptamente capacitado debe tener en claro que la ciencia y la razón deben estar por sobre los credos religiosos. Pues las heces de estos continúan obrando en contra de los pueblos. En la vida nada vale si no obramos con caridad, fraternidad y solidaridad por el otro, por el más débil.
"En la áurea hora de mi vida, difícilmente logre ver mayor equidad y justicia social. Continuaré soñando con un mejor país para futuras generaciones".
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