con las rosas mustias,
mudos testigos del alma
de una mujer de ensueño.

De su aroma virginal,
brotaron los besos brujos
en un nido diamantino
de colores azules y rojos.
Fue una noche de otoño
de dulce intimidad,
su cuerpo y el mío unidos
hasta la madrugada.
Cuando la noche muere
y el cielo se viste de luz,
sonríe la mañana,
canta al amor el ruiseñor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario