Cuando se es viejo el trabajo es escaso, mal retribuido, se vive agobiado por el deber y la responsabilidad. Con el tiempo todo se vuelve costumbre, rutina. Cuando pasamos el umbral de la vejez, la memoria nostálgica recrea vivencias ligadas a la niñez, a los tiempos felices de la abuela, esa vida íntima bajo el alero familiar.
En la juventud tomamos conciencia política, social, de ideales de solidaridad y fraternidad. Es la razón y el deber de querer vivir, plenamente vivir. Porque la juventud es la imprevisible aventura del hombre, más allá de todo egoísmo, es la entrega del hacer y dar todo sin medida, sin esperar recompensa.
Época donde nacen historias románticas, de amores que florecen entre poemas y rosas, que exaltan los sentidos, sentimientos que quedan impresos en la memoria. Tiempos vivos, como el mar bajo el sol estival que dora las arenas. Tiempos de sueños, de castillos en el aire.
En mis ratos de ocio me divierto escribiendo, siempre hay una musa que inspira un poema, o tema para un cuento. Trabajo, leo y escribo desde la mañana a la noche verdades que nunca llegarán a ser historia, porque cuando se es autodidacta uno es Nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario