El tiempo pasa inexorablemente,
en mis setenta y cinco años
se escribe historia, y bastante,
hay muchas vivencias y sueños.
Parece que fue ayer cuando era
un mozalbete lleno de vida,
e ilusiones, soñando una quimera
incierta, que jamás sería contada.
Esos inocente primeros amores,
cuando una mirada turbaba
la razón, niñas que eran primores
de juventud y un beso les robaba.
Es el adiós, el hasta nunca jamás.
Estamos en la etapa gris
del ocaso, pintando canas,
el tranco cansado, en un tris
os dejaré, ya no habrá mañanas.
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