miércoles, 10 de abril de 2019

EL SINO DEL HOMBRE


Estamos en otoño, los árboles dejan caer sus hojas secas, muertas, es el ocaso después del estío. Las ramas estarán desnudas por un largo tiempo, soportando el frío y la lluvia, esperando silenciosas la nueva primavera para renacer a la vida.

En cambio el hombre del ocaso, no tiene un renacer en la tierra. No habrá primavera para él. Anciano y enfermo, cansado de visitas a Centros Médicos, Consultorios, Hospitales y Clínicas. Conejillo de indias de médicos, que te someten a innumerables exámenes clínicos, radiografías, ecotomografías, tac, endoscopias y biopsias, para detectar los males que aquejan en la edad vieja.

Harto del ajetreo, de ese ir y venir para realizar todo los encargos de los "matasanos", lo que produce un agotamiento del organismo y del bolsillo. A tantos males, tantos medicamentos y tratamientos, que a uno lo dejan en la inopia. No hay de donde fabricar recursos, y hay que solicitar ayuda a los amigos. Debemos conformarnos con lo que nos da la vida. Esperanza y paciencia, poco es lo que va quedando.

Tengo claro, dicho por los especialistas, que no habrá mejorías pues males que me aquejan son crónicos. A mi edad la suerte está echada, solo queda cuidarse para caminar, lo mejor posible, los últimos senderos de la vida antes de emprender el viaje al sueño eterno. Es el sino de todos los mortales, en esta tierra nacemos, y en ella morimos cuando el cuerpo ya no resiste más.

"Agradecido de todo y de todos, con deseos y fuerza para seguir trabajando el tiempo que sea posible. Con la serenidad que me asiste, gracias al saber y el conocimiento, cuando la vida se marchita para no temer a la muerte".


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