Aquellos días de verano
cuando íbamos a la playa,
admiraba tu piel bronceada
caminando a orillas del mar.
Eras la diosa de la costa,
todos se rendían a tu paso
de diosa mitológica ...
piel brillante bajo el sol.
Una tarde de estío,
seguí tus pasos en la arena,
me puse a tu lado y te dije
que estaba esperándote.
Solo sonreíste, tu mirada
aceptó mi compañía ...
tomé tu mano, te detuviste
y acaricié tu rostro moreno.
Te besé sin decir palabra,
tus labios respondieron
con fruición, fue un beso
complaciente, un sí al amor.
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