Contigo he vivido la esencia del amor, y
una fogosidad romántica de profundas raíces.
El crepúsculo emprende la retirada
y asoma una noche radiante y azulada,
con su coreografía de estrellas blancas
desparramadas en el infinito celeste.
Los sueños nacen de la soledad del alma,
suben como aves errantes que están
hermanadas al otoño de mi vida,
endurecida por la longitud del tiempo.
Vivo un mundo brumoso, estático,
solitario, que precisa la caricia, la luz y la
ternura de tus ojos para mitigar las penas
de un soledad desesperada que muere
y se desvela esperando un beso de amor.
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