se marcha dejando penumbras
en los caminos que debo transitar,
los árboles cobijan la esperanza
que me propuse como meta final.
Voy errante por la vida, tras un
ideal que construí en la horas
pretéritas de viejos y antiguos
anhelos, aquellas tardes cuando
daba rienda suelta a locas fantasías.
Era un vagabundo intelectual,
testarudo navegante aguas río arriba,
contra la corriente de la sensatez
de esa vieja escuela de la experiencia.
El agua contenía versos y rimas
que iba dejando en la ribera del río,
el viento diseminaba esas palabras
en medio de la foresta milenaria,
quedando prendidos entre las ramas
y otros se perdían en las alturas,
en medio de las nubes azuladas.
Mi suerte quedó escondida entre
la naturaleza, quizá si algún día
ella escriba el libro de mis versos
que yo no alcancé a terminar.
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