La culturización de Chile, no corre a la misma velocidad con que funciona la economía. Estamos vulgarizados, y esto es lo que vende, porque el objetivo que tenemos como sociedad es el consumismo por sobre la primacía de los valores intelectuales.
La cultura está en estado parasitario, sumida en un letargo en las mayorías; por tanto, hay que apoyarla económicamente para desarrollarla. Una buena y loable medida sería rebajar el IVA a los libros. En este mundo globalizado, cada vez más interrelacionado, Chile tiene que tener personalidad.
Esto, no se obtiene en el mercado común de la oferta y la demanda, o porque exportemos más y mejor. No podemos seguir inmersos en la pobre filosofía capitalista, neoliberalista, donde el dinero ha dejado de ser un medio para transformarse en un fin.
La personalidad, la identidad de un país, de su sociedad, se logra con valores culturales que nos hacen serios y enraizados, ese es el propósito que debemos asumir. La cultura es lejos, la inversión más rentable que pueden realizar las naciones para sus pueblos.
Esto no es posible hacerlo dando palos de ciego, sino con todo el apoyo disponible de la economía para que pueda subsistir y establecerse en el tiempo. Porque también, la economía necesita de una sociedad culta para prosperar.
En nuestro país estamos en deuda. Con un apego irrestricto a la cultura, al conocimiento y al saber, la sociedad humana podrá desterrar -algún día- el abuso, la barbarie y corrupción que aún vemos en todas partes.
(Artículo publicado el 6 de agosto de 1998, en Diario El Expreso, de Viña del Mar, por René H. Negrete)
La cultura está en estado parasitario, sumida en un letargo en las mayorías; por tanto, hay que apoyarla económicamente para desarrollarla. Una buena y loable medida sería rebajar el IVA a los libros. En este mundo globalizado, cada vez más interrelacionado, Chile tiene que tener personalidad.
Esto, no se obtiene en el mercado común de la oferta y la demanda, o porque exportemos más y mejor. No podemos seguir inmersos en la pobre filosofía capitalista, neoliberalista, donde el dinero ha dejado de ser un medio para transformarse en un fin.
La personalidad, la identidad de un país, de su sociedad, se logra con valores culturales que nos hacen serios y enraizados, ese es el propósito que debemos asumir. La cultura es lejos, la inversión más rentable que pueden realizar las naciones para sus pueblos.
Esto no es posible hacerlo dando palos de ciego, sino con todo el apoyo disponible de la economía para que pueda subsistir y establecerse en el tiempo. Porque también, la economía necesita de una sociedad culta para prosperar.
En nuestro país estamos en deuda. Con un apego irrestricto a la cultura, al conocimiento y al saber, la sociedad humana podrá desterrar -algún día- el abuso, la barbarie y corrupción que aún vemos en todas partes.
(Artículo publicado el 6 de agosto de 1998, en Diario El Expreso, de Viña del Mar, por René H. Negrete)
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