Referente al alma la mayoría de la gente está confundida. Cree que el alma es inmortal, incluso opina que el hombre difiere del animal porque tiene alma y los animales no. Incluso, la religión católica decía que los aborígenes no tenían alma. Si le damos crédito a la Biblia, ella aclara el punto, enseñando que toda persona es un alma humana, cuando la persona muere, el alma muere. "El alma que peca... ella misma morirá" (Ezequiel 18: 4).
Respecto de los animales inferiores, hermanos menores, son almas. La Biblia dice: que Dios creó almas vivientes para que vivieran en las aguas, criaturas voladoras por encima de la tierra, sobre la faz de la expansión de los cielos (Génesis 1: 20, 24 y 30).
¿El alma está en nosotros o somos nosotros? ¿Podemos tener la certeza que tenemos un alma inmortal, que sigue viviendo después que morimos? Salomón escribió "En cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto" (Eclesiastés 9: 5, 10). El alma en el Antiguo Testamento no significa una parte del hombre, sino el hombre completo, el hombre como ser vivo. Del mismo modo, en el Nuevo Testamento significa la vida humana. La Biblia no habla de la supervivencia de ninguna alma inmaterial (Nueva Enciclopedia Católica). "Como el hombre completo es pecador, cuando muere, muere completamente, con cuerpo y alma, muerte completa" (Catecismo luterano Evangelischer Erwachsenenkatechismus).
La creencia de un alma inmortal la comparten personas de diferentes creencias religiosas, ya sean cristianos, judíos, musulmanes, sintoístas, budistas o hindúes. Pero, es una idea que proviene de la Filosofía Griega. Platón, siglo IV A. de C., escribió que el alma era inmortal e imperecedera. Mas, por cierto, no es enseñanza bíblica como lo demuestran más de un centenar de referencias, de diferentes escritores de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalípsis.
En consistencia con esta verdad fundamental, ni una sola vez en todos sus versículos dice la Biblia que las almas humanas o animales sean inmortales e imperecederas, que no puedan ser destruidas ni morir.
William Tyndale (1492-1536) escribió en el prefacio de su traducción: "Al colocar las almas difuntas en el cielo o en el infierno, se destruyen los argumentos mediante los cuales Jesús y Pablo probaron la resurreción. Si el alma está en el cielo ¿para qué necesitamos la resurrección? ¿Para que sirve la resurrección que Jesús enseñó y en la que creían los patriarcas hebreos?"
¡Preguntas lógicas!
Unamuno dijo: "La inmortalidad del alma es un dogma filosófico pagano. Basta leer el Fedón platónico para convencerse".
Hasta de Jesucristo la Biblia dice: "Derramó su alma hasta la mismísima muerte" (Isaías 53: 12).
Vamos, no sigamos en el camino de la ignorancia que nos ha vendido el clero, la gente debe conocer y reconocer la Verdad.
(Publicado el 16 agosto de 2002, diario El Expreso, Viña del Mar, por René H. Negrete)
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