Mañana fría, cielo cerrado
el ambiente cargado de humedad,
jardines sin colorido, hojas muertas
vuelan con el viento que viene y va.
Comienza a llover suavemente,
las nubes pasan con pasmosa lentitud
presagiando un aguacero infernal,
el día se torna triste y opaco.
El río aumenta su caudal,
los sauces lloran y besan el agua,
la montaña se vestirá de blancura,
la hierba y el bosque de hermosura.
El llar acoge con su calidez,
la cocina encendida, mate y queso,
la familia reunida en torno a la mesa,
aroma a cazuela, un vino generoso.
Para la lluvia y vuelve la calma,
nace el sol con besos de fuego,
aparece un arcoiris de mil colores
que tiene un tesoro escondido.
Son las caricias del tiempo,
clima ondulante y voluble
de una naturaleza encantada
y caprichosa como una mujer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario