La tarde se inclina al ocaso
de un cielo arrebolado,
las sombras de la noche
besan el campo sonnoliento.
Asoma la luna, con su luz
pone una alfombra brillante
sobre montes y cañadas, alza
la vista el hombre trashumante.
La luna se refleja en el lago,
es una noche cálida, serena,
callada, preludio al sueño...
abisma y encanta esta quietud.
Sopla una brisa, trae frescura,
es luz de vida, aire nuevo
que acaricia con ternura
a la hierba dormida y tranquila.
Es mi tierra buena y noble,
de caminos inciertos, y ocios
a la sombra de un viejo roble,
a quien he confesado mi historia.
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