Despierto con el canto de las aves,
descansada vida lejos de todo
y del mundanal ruido citadino,
libre de la soberbia del mundo.
No regalo ni presto mi felicidad,
quiero disfrutar los aires campestres,
el río, los oteros y secretos de la tierra
que regala días plenos y me libera.
Recorro el huerto que la primavera
cubrió de flores y primores,
es la belleza del fruto cierto
que regala la mágica naturaleza.
Los árboles mecen sus ramas,
el viento hace danzar las hojas
en distintas direcciones, me tiendo
a la sombra y sueño mis sueños.
Tantas noches contemplando
cómo se pasa la vida,
pensando cuánto mas durarán
los mismos sueños que se van al mar.
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