de mayo, el campo helado,
solo abrojos he contemplado
en el paseo matinal.

Este que era mi orgullo
hoy se encuentra desolado,
jornada fría como el hielo
y un dolor acongojado.
No hay fuerza ni vigor
para dejar en el surco semilla,
y coronar el jardín de color,
pues verlo desnudo me humilla.
Necesito aliento para revivir
esta tierra de huertos y rosas,
y engalanada vuelva a exhibir
sus frutos y perlas preciosas.
El sol brille generoso
reflejando los matices
de mis tesoros dormidos,
para volver a tiempos felices.
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