Beldad divina, cuerpo hermoso
en actitud serena y lozana,
ella está en la flor de la juventud,
derrama ternura, inflama mi alma.
Dulce niña de seno firme,
gentil y celeste trato,
inquieta, alienta un requiebro,
no estará ajena en mi prosa.
Ojos de mirada graciosa, rostro
delicado, boca de labios sensuales,
un agrado contemplarla. Oir su voz
complace, encanta y enamora.
Breves instantes que no se olvidan,
sus formas cinceladas dejan huella,
cautiva la mente que guarda su imagen
con la esperanza de un reencuentro.
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