jueves, 21 de julio de 2016

PACHAMAMA

Alta serranía entre los macizos cordilleranos,
tierra de alpacas, guanacos, llamas, vicuñas,
y el viejo y noble asno compañero del arriero.
Altiplano, bofedales donde el cóndor pasa en vuelo
majestuoso sobre montes y cañadas, flora y fauna,
oásis de vida Natura en el desierto del norte.

Terrazas de cultivos, que reverdecen la tierra hosca,
el pedregal da paso a valles ignotos que bajan
de la montaña. Alfalfa, frescas hortalizas, limones,
maíz, orégano, papa chuño, parida por la pachamama,
bajo el cuidado del paisano que hurga su entraña,
verdadero amo y dueño de la tierra, su tierra.

Hombre libre, vida de afán, de aromas y colores,
nutriendo sus costumbres, cultura e historia.
Individuo de esfuerzo y sacrificio, de sudor, sangre
y lágrimas que ha sabido ganarle al destino.
Creyente, dador de gracias en iglesias de blanco adobe,
muros de siglos eternos, milagro serrano, religiosidad,
fiesta y bailes, diabladas, y rogativas a la divinidad.

Allí surge una hermosa mujer angélica, nativa
de huertos y tradiciones, que creció con el tiempo,
tejiendo redes de amistad y fraternidad, encantando
y enamorando con el hechizo de su piel morena,
de corazón puro, éxtasis abrasado y encendido por el sol.

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