Mi vida de áspero tormento
se ha librado, también del exilio
que el tiempo me ha obsequiado
por virtud de arbitrario decreto.
Con cabello cano y paso lento
retorné a la tierra de ensueño,
donde ya de nada era dueño,
dura realidad, reencuentro violento.
Mi único bien era su amor,
que esperó con serena fortaleza,
ausencias soportadas con dolor;
ambos tuvimos férrea entereza
para soportar la soledad con fervor,
y un nunca más de amorosa belleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario