viernes, 19 de agosto de 2016

POR PROHIBIDO QUE SEA

                                La amistad entre un hombre y una mujer conduce al amor


En la oscuridad somos sombras, pero, también asoman los sueños que llevamos en el alma. He amado y amo muchas mujeres en sueños, otras son reales pero solo las he visto pasar. Me agrada la mujer, la idealizo con espíritu poético, me ilusiona escribirle, hacerla soñar, entregarles algo diferente en lejanas y amigables palabras dormidas en una poesía, que tiene otro ritmo y otro tiempo.

¿Qué hay que se pueda poseer, si solo son sueños o ya tienen dueños? Remover antiguos recuerdos, aquellos que nos han dado momentos de amor y felicidad, aquellos que jamás se marchitarán, pues para ellos no existe el olvido. Se que existe ese amor, creo, y cada día con más convicción, que se puede encontrar en algún lugar y momento, antes de traspasar el umbral a la oscuridad. 

Amar en secreto, sin confesarlo, es un castigo. Sin embargo, tiene cierta magia: sabor a pasión  y temor.  Nostalgia de las horas serenas. Frágil es el alma vagabunda, bajo la luna moribunda y desgarrada. ¿Por qué no permitirnos una aventura que recordemos siempre y se vaya con nosotros al edén del sueño eterno?

¡Todos podemos tener una historia secreta, prohibida, pero llena de amor!

Una historia en el ocaso, es un otoño que reverdece, da frutos gracias a un buen y sabio abono: ¡El Amor! Una mujer que sea más bien guapa que bella, inteligente, que posea gotas de ironía, buena cuota de humor y franca lealtad. Una buena amistad a la que podamos decir:

¿Recuerdas ese beso en la mejilla, que se deslizó hasta tus labios de rubí, cuando apenas te conocía? Tu sonrisa tiene una suavidad nueva, cautiva, me agrada cuando sonríes. Tu voz es miel en tus labios, música en mis oídos. Los años te han cambiado. Hoy eres armonía y misterio, lo que te hace interesantemente bella y sensual. Tu seno me da consuelo, veo brillar los sueños en tus ojos.

Amamos y reñimos, reímos y lloramos, es la vida buena cuando estamos en la soledad de nuestro secreto. No puedo llamarte mía, pero: ¡Eres lo más próximo a mi!

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