Una vez más sufrimos una gran catástrofe. Larga faja de tierra que pasa de erupciones volcánicas, a temporales y aludes, de sismos, terremotos y tsunamis desastres naturales, al fuego de incendios desatados que arrasan con poblaciones, agricultura y bosques madereros. ¿Acción de pirómanos? ¿Terrorismo anarquista? ¿Obra de grupos golpistas anti democráticos? ¿Obra de nuestros pueblos originarios que buscan reivindicaciones?
No descartemos, también, acción de la propia naturaleza: Olas de calor, el viento, el cambio climático; tampoco descuido e indolencia de la gente que bota basuras en quebradas, con residuos de fácil combustión. Son culpas compartidas, incluso de los propios afectados que insisten en vivir en lugares no aptos, pese a las recomendaciones de las autoridades.
Lo hemos visto en Valparaíso el 2014 y 2017, la gente ha perdido casas y pertenencias. No ha aprendido la lección. Y posiblemente vuelva a ocurrir, porque es un problema cultural, de un arraigo mal entendido, a sabiendas que están asentados en lugares proclives a sufrir, per se, este tipo de tragedias.
Fácil resulta culpar a las autoridades cuando ocurren estos eventos. Criticar con liviandad, buscar un chivo expiatorio. Es un recurso facilista, en boca de ignorantes -incluso políticos lo usan como aprovechamiento político- palabras que parecen tener significado, pero no significan nada. Solo es insulsa y vana palabrería. Entendemos que la gente está desesperada, temerosa, que ha quedado en la calle, pero no le endilguen la culpa de todos los males a la presidenta Bachelet.
"En estos momentos debemos estar unidos, todas las manos todas, dejar de lado los colores políticos y religiosos. La gente que sufre necesita apoyo, solidaridad y un esfuerzo conjunto para apagar el fuego y darle un respiro al pueblo"
Fácil resulta culpar a las autoridades cuando ocurren estos eventos. Criticar con liviandad, buscar un chivo expiatorio. Es un recurso facilista, en boca de ignorantes -incluso políticos lo usan como aprovechamiento político- palabras que parecen tener significado, pero no significan nada. Solo es insulsa y vana palabrería. Entendemos que la gente está desesperada, temerosa, que ha quedado en la calle, pero no le endilguen la culpa de todos los males a la presidenta Bachelet.
"En estos momentos debemos estar unidos, todas las manos todas, dejar de lado los colores políticos y religiosos. La gente que sufre necesita apoyo, solidaridad y un esfuerzo conjunto para apagar el fuego y darle un respiro al pueblo"
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