No perdamos el tiempo ni desperdiciemos la vida, dominados por la avaricia y el afán de lucro. No trabajemos en cosas inútiles ni nos entreguemos al ocio y vicios que entorpecen el buen juicio y fatigan el alma.
No tengamos envidia por los bienes y fortuna ajena, ni nos quejemos de la propia. Sabio es vivir con decoro y modestia, preocupados de lo útil que causa beneplácito al espíritu. Porque: "tan solo vivimos una pequeña parte de nuestra vida".
Destinemos el tiempo a aprender de la naturaleza, donde todo fluye inteligentemente, aprehendamos lo que ella nos da. No nos quejemos de nuestro destino, construyamos a partir de lo que la vida nos brinda.
No lleguemos a lo último de la vida con la mente nublada por la ignorancia, que la vejez sea dorada y madura, que nuestra fortuna sea la satisfacción de haber adquirido conocimiento y cultura.
"No hay mayor placer y deleite que el amor por la sabiduría"
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