Los trabajadores, en todas partes, son los primeros en la faena y los últimos en la vida. Poco se preocupan de ellos, de su pasar y de su familia. ¿Quién los considera como personas? ¡Nadie! Siempre han sido explotados, discriminados y humillados. Mientras la "Casta Dorada" continúe haciendo mal uso de su poder e influencias, el pueblo no conseguirá nada: ni la verdad, ni la alegría ni nada.
Hoy el trabajador no vive en la pobreza del Chile de inicios del siglo XX. En la actualidad es otra pobreza, disfrazada por cierto por el crédito, pues los magros ingresos que obtiene no le permite sobrevivir de otra forma. Así, el 70 % de su salario lo usa para cubrir el pago de las tarjetas. Poco le queda para el pan de cada día.
¿Cómo cambiar su suerte? Mientras los trabajadores no se sientan hermanos, una familia de amigos, estrechamente unidos por el deseo y el deber de luchar por sus derechos, no conseguirán frutos. En cambio con la razón y la unidad, siempre se puede dar un paso adelante. No hay que temer al Poder si se lucha con la verdad, con la palabra justa y sabia, sin violencia ni vandalismo.
A los postergados ... ¡Les levantará la fuerza de la verdad!
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