Tendría yo unos veinte años
cuando conocí una hermosa
muchacha, de tierna sonrisa,
sus ojos mate eran luz.
Una conquista inconquistable,
una esperanza incompleta;
es mi añorante tristeza
que va conmigo todo el tiempo.
Antigua historia de amor
en el frío azul del alma,
que llevo siempre presente,
la quise y la sigo queriendo.
Solitario es el ocaso
en la edad madura
de sombras y recuerdos,
de dulce y agraz pasado.
Inmóvil como veleta en un
día sin viento, sueño con ella
y sus hermosos ojos me sonríen,
en el camino de las lágrimas.
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