sábado, 31 de marzo de 2018

ERASMO DE RÓTERDAM (II)


Erasmo decidió que podía hacer algo para revertir la situación: con las ideas de sus amigos de los Monasterios agustinos y otras ideas de John Colet, analizó detenidamente los libros más importantes de las antiguas civilizaciones griega y romana, tratando de modernizar sus contenidos e intentando aplicarlos a la vida de la sociedad en la que él vivía, intentando extraer lo más significativo de los mismos para que cualquier persona pudiera entenderlas y penetrar en su significado. Nunca dejó de luchar contra la cárcel espiritual que él observaba en todas partes.

En 1509 regresa a Inglaterra, escribe una de sus obras más famosas Elogio de la locura que alcanzó siete ediciones. La idea era distribuirla privadamente, " por sus críticas a los abusos y locuras de las varias clases de la sociedad, especialmente la iglesia". Su fama alcanza a ser conocida en toda Europa, de todas partes le llega correspondencia buscando su consejo. Allí alcanzó su mayor productividad literaria.

Hallándose en la ciudad imperial de  Basilea, donde se vio obligado a retirarse  a causa de la insostenible situación de Lovaina en el Bravante Flamenco, Erasmo sintió la calidez del lugar, que lo recibió con hospitalidad, rodeándose de amigos y seguidores que creían en él y en sus ideas. Allí se dedicó a la edición crítica del Nuevo Testamento, 1516. Halló en Juan Froden un impresor para su obra Novum Instrumentumm.

Erasmo no conocía personalmente a Martín Lutero, ni se adhirió a la Reforma protestante. Sin embargo, Lutero dijo que su fuente de inspiración era la traducción que Erasmo había hecho del Nuevo Testamento. En 1522, seis años después de la publicación de Erasmo, Lutero  tradujo por primera vez la Biblia al alemán. A su vez la versión alemana de Lutero fue la base  de la primera traducción de William Tyndale, al inglés, en 1526.

En sus últimos años de vida, Erasmo fue acosado por católicos y reformadores. Amargos años de disputas con hombres a los que había querido y respetado, pero que no le perdonaron el hecho de no haber querido tomar partido e intentaban desprestigiarlo en su ancianidad. Cuando Basilea se adhiere, 1529, a la Reforma protestante, establece su residencia en Friburgo de Brisgovia, donde concluye su obra más importante de este período el "Eclesiástico" paráfrasis del libro bíblico del mismo nombre, en el cual afirma que la labor de predicar es el único oficio importante de la fe católica.

El papa Paulo III le dio en 1534 una renta en el priorato de Deventer. Pero por motivos laborales -Johann Froden seguía publicando su obra- se traslada nuevamente a Basilea en 1535. Allí se queda y no puede viajar a su país, pues le aquejaba un mal de gota. Muere en Basilea, por el respeto que gozaba fue enterrado en la Catedral de Basilea pese a ser sacerdote católico. Parte de su legado se expone en el Museo de Historia de Basilea. El lema de toda su vida fue: 

"Cuando tengo un poco de dinero, me compro libros. Si sobra algo, me compro ropa y comida" 

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