Una eterna soñadora,
ejercía poderosa atracción
entre quienes la vimos
cruzar por nuestras vidas.
Sus ojos tenían un brillo
de tristeza reprimida,
que ella disimulaba
con angélica sonrisa,
nacida en labios rientes
acrecentando su belleza.
Era una chica celestial,
perla de valor invaluable.
Su hermosura física
era un don de los dioses,
de rostro encantador
y exquisita sensibilidad.
A través de los años
no la he podido olvidar.
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