Su imagen, eterno misterio,
aún la llevo en el alma.
¡Cuánto añoro en mi otoño
esa amistad, divino tesoro!
En ella florecía la orquídea,
su perfume y su embrujo.
Piel clara, piel de mujer,
bella princesa encantada.
Era como la primavera,
fresca, de amable dulzura.
En la noches asoma Javiera
en mis sueños errantes.
En lo íntimo del espíritu,
ciego de nostalgia y melancolía,
mi sino es soñar, es poesía
que llevo escrita en el alma.
La vida es tan corta
como la noche y la lumbre.
en la vejez todo se soporta
entrañable amiga del ayer.
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