la corrupción no recibe
corrección ni castigo alguno,
con el tiempo todo prescribe.
Eterna y dolorosa realidad,
la justicia se estremece
frente a tanta ilegalidad,
el corrupto no cesa ni perece.
El acusado acumula
delito sólido y grave,
el persecutor cavila
la pena que merece.
La sociedad aspira
se castigue al indolente,
este tranquilo espera
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