martes, 12 de junio de 2018

CORRUPCIÓN

En pleno siglo veintiuno,
la corrupción no recibe
corrección ni castigo alguno,
con el tiempo todo prescribe.

Eterna y dolorosa realidad,
la justicia se estremece
frente a tanta ilegalidad, 
el corrupto no cesa ni perece.

El acusado acumula
delito sólido y grave, 
el persecutor cavila
la pena que merece.

La sociedad aspira
se castigue al indolente,
este tranquilo espera
librar impunemente.

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