miércoles, 8 de agosto de 2018

BARUCH SPINOZA


Baruch Spinoza nace en Amsterdam en 1632 y muere en La Haya en 1677, filósofo neerlandés, hijo de judíos españoles emigrados a los Países Bajos, estudió henreo y la doctrina del Talmud, Estudió comercio y teología, pero, por la fuerte influencia que ejercieron sobre él los escritos de Descartes y Hobbes, se alejó del judaísmo ortodoxo. Su crítica racionalista de la Biblia provocó que fuese excomulgado por los rabinos.

Retirado en las afueras de Amsterdam escribió un Breve tratado acerca de Dios, el hombre y su felicidad,, y también la obra De la reforma del entendimiento y un polémico Tratado teológico-político, que se publicarían más tarde. En 1673 renunció a una cátedra en Heidelberg para mantener su independencia intelectual. En 1675 terminó su obra más importante, la Ética demostrada según el orden geométrico, iniciada catorce años antes y que no se publicaría hasta después de su muerte.

La filosofía de Spinoza parte de la identificación de Dios con la naturaleza (Deus sive natura), y representa el mayor exponente del panteísmo. Llevo al extremo los principios del racionalismo, y dedujo toda su filosofía de la definición de sustancia como "aquello que es en sí mismo y se concibe por sí mismo", por lo que solo podía existir una sustancia, la divina. La mente humana solo conoce dos "atributos" o formas de aparecer de Dios, el pensamiento y la extensión, aunque sus atributos deben ser infinitos. Los individuos son a su vez modos, determinaciones concretas, de los atributos.

Spinoza destacó tres géneros de conocimiento humano: En el primero, el hombre es esclavo de las pasiones y solo percibe los efectos o signos e ignora las causas; en el segundo, la razón elabora ideas generales o nociones comunes que permiten a la conciencia acercarse al conocimiento de las causas, y aprende a controlar las pasiones; en el tercer género, el hombre accede a una intuición totalmente desinteresada, pues conoce el punto de vista de Dios (sub specie aeternitatis), ajeno a sí mismo como individuo y por tanto sin que le perturben las pasiones individuales. En esta contemplación se identifican lo singular y lo eterno, y se percibe la presencia de todo en todo, intuición en la que se cifra la única felicidad posible.

Spinoza no perteneció a ninguna escuela, y resulta difícil destacar al nivel que merecen la profunda originalidad y la independencia de su pensamiento.

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