Alberti sacude la conciencia dormida de un país, que estaba a punto de vivir uno de los episodios más sangrientos de su historia: La Guerra Civil española, ha llegado el momento del compromiso político, que el poeta asume sin reservas. Apoya el advenimiento de la República, se afilia al partido comunista, lo que le acarreará grandes enemigos, Para Alberti la poesía se ha convertido en una forma de cambiar el mundo, en un arma necesaria para el combate.
El estallido de la guerra en 1936 reforzó su compromiso con el pueblo. Colaboró en salvar de los bombardeos los cuadros del Museo del Prado, acogió a intelectuales de todo el mundo que se unían en su lucha a favor de la República. Al terminar el conflicto, Alberti abandona el país y se traslada a París. Allí estuvo hasta que el gobierno de Fhilippe Pétain, que le encontraba peligroso comunista, le retira el permiso de trabajo. Ante la amenaza de las tropas alemanas, en 1940 cruza el Atlántico rumbo a Chile, acompañado de su amigo Pablo Neruda.
Su exilio fue largo, regresó a España en 1977, después de haber vivido en Buenos Aires y Roma. Esperó que Franco muriera para reencontrarse con sus viejos amigos y descubrir que en su tierra lo recordaban, y las nuevas generaciones leían su poesía. No guardaba rencor: "Me fui con el puño cerrado y volví con la mano abierta".
Sus primeras poesías de Marinero en tierra obtuvo el Premio Nacional de Literatura (1924.1925). Le siguieron La amante (1925) y el Alba de alhelí (1926). En estos primeros libros Alberti se rebela como un virtuoso de la forma con influjos de Gil Vicente, los anónimos del Cancionero y Romancero españoles: Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora, Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Charles Baudelaire, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. La suya es una poesía popular, personalísima; de tradición española, pero sin retorno innecesario; nueva, fresca, y acabada a la vez; rendida ágil, graciosa, parpadeante: andalucísima.
Después de su regreso a España en 1977, su producción poética continuó con la misma intensidad, prolongándose sin fisuras hasta muy avanzada edad. Entre otras, cabe mencionar Fustigada luz, Lo que canté y dije de Picasso, Versos sueltos de cada día, Golfo de sombras, Accidente, Poemas de hospital, y Canciones de Altair.
El estallido de la guerra en 1936 reforzó su compromiso con el pueblo. Colaboró en salvar de los bombardeos los cuadros del Museo del Prado, acogió a intelectuales de todo el mundo que se unían en su lucha a favor de la República. Al terminar el conflicto, Alberti abandona el país y se traslada a París. Allí estuvo hasta que el gobierno de Fhilippe Pétain, que le encontraba peligroso comunista, le retira el permiso de trabajo. Ante la amenaza de las tropas alemanas, en 1940 cruza el Atlántico rumbo a Chile, acompañado de su amigo Pablo Neruda.
Su exilio fue largo, regresó a España en 1977, después de haber vivido en Buenos Aires y Roma. Esperó que Franco muriera para reencontrarse con sus viejos amigos y descubrir que en su tierra lo recordaban, y las nuevas generaciones leían su poesía. No guardaba rencor: "Me fui con el puño cerrado y volví con la mano abierta".
Sus primeras poesías de Marinero en tierra obtuvo el Premio Nacional de Literatura (1924.1925). Le siguieron La amante (1925) y el Alba de alhelí (1926). En estos primeros libros Alberti se rebela como un virtuoso de la forma con influjos de Gil Vicente, los anónimos del Cancionero y Romancero españoles: Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora, Lope de Vega, Gustavo Adolfo Bécquer, Charles Baudelaire, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. La suya es una poesía popular, personalísima; de tradición española, pero sin retorno innecesario; nueva, fresca, y acabada a la vez; rendida ágil, graciosa, parpadeante: andalucísima.
Después de su regreso a España en 1977, su producción poética continuó con la misma intensidad, prolongándose sin fisuras hasta muy avanzada edad. Entre otras, cabe mencionar Fustigada luz, Lo que canté y dije de Picasso, Versos sueltos de cada día, Golfo de sombras, Accidente, Poemas de hospital, y Canciones de Altair.
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