La gente tiene derecho a expresarse, a marchar y a estar en huelga por demandas salariales y sociales. Buscar siempre, a través del diálogo, que sus demandas sean escuchadas, estudiadas y, de común acuerdo, llegar a un final favorable para todas las partes.
Lamentablemente, como el caso de los portuarios, hay un diálogo de sordos. Hay una violencia innecesaria, porque nada se saca quemando palos y neumáticos, que contaminan, provocando un daño al ecosistema. ¿Se gana algo con ello?
¿Para qué atentar contra la propiedad privada? ¿Que culpa tienen los automóviles particulares y la locomoción colectiva? Ellos no están involucrados en vuestros petitorios y problemas que tengan con sus empleadores. Destruir por destruir y eso, al parecer, le da fuerza al movimiento.
¿Quien les otorga derecho a destruir la propiedad pública, que costeamos todos los chilenos, y la privada? ¿Sacan algo destruyendo rejas, saqueando negocios, pequeños kioskos de gente emprendedora?
¿Honestos trabajadores, o vulgares delincuentes? ¡Vamos por muy mal camino!
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