Neptuno es un dios de la mitología romana, hijo de los dioses Saturno y Ops, hermano de Júpiter y Plutón. Gobierna todas las aguas y mares y cabalga las olas sobre caballos blancos. Todos los habitantes de las aguas le deben obediencia, y se le conoce como Poseidón en la mitología griega. Neptuno eligió el mar como morada y en sus profundidades existe un reino de castillos dorados. Con su poderoso tridente agita las olas, hace brotar fuentes y manantiales donde quiera, y cuando tiene ira provoca terribles sismos y terremotos.
Este dios es un inseparable de sus caballos. Por esta razón se simboliza con un caballo, Neptuno no viste suntuosos ropajes, ya que su aspecto es suficiente para demostrar su poderío. El dios de los mares es muy peligroso e inestable, con sus emociones puede provocar grandes tragedias, o hacer del mar un lugar de olas tranquilas y pacíficas, por lo que nunca nadie intenta provocarlo sin un importante motivo. Neptuno, aparte de sus caballos y ser conocido bajo la forma de un caballo, tuvo siempre a su lado a los delfines como cabalgaduras y compañeros.
Era el dios que sostenía el planeta en el que vivimos, porque el océano rodeaba la Tierra y era evidente que él desde los mares, soportaba el peso de la tierra firme. Además, Neptuno había dado forma a las costas, había arrancado trozos de montaña para formar los acantilados, o había pasado la mano por el litoral para dejar suaves playas y abrigadas bahías en la que los barcos encontraban refugio. Por eso, aparte de tener a su lado sirenas traidoras, a las inigualables nereidas, a las oceánides hermosas y a los tritones poderosos, Neptuno, que era inmortal, era señor de las ninfas, ondinas y náyades de los lagos, de los ríos, de las fuentes, todas ellas eran parte de su corte y a él le debían pleitesía y obediencia por ser parte del mundo acuático.
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