En Eurasia la existencia de los grandes mamíferos domesticables permitió un mayor aporte de alimentos ricos en proteínas, movilidad y fuerza de trabajo y labranza, lo que supuso una clara ventaja frente a aquellas sociedades que no tenían ganado en otros continentes. La importancia de los grandes mamíferos domesticables sobre los otras animales domesticables de menor tamaño es que, además de servir de fuente alimenticia, también servían como transportación, acarreo y labranza, facilitando muchas de las tareas pesadas que requieren una mayor movilidad y fuerza. Trece de los catorce grandes mamíferos domesticados, es decir, todos excepto la llama, habitaban Eurasia. Así mismo, cuatro de los más importantes, como las cabras, ovejas, cerdos y bovinos confluían en Asia Occidental, resultando más obvio a los ojos la Creciente Fértil y la aparición de las primeras civilizaciones en esa región.
Ninguno de los catorce grandes mamíferos provienen de África Subsahariana pues, aunque ahí existe una super abundancia de mamíferos como las cebras, bóvidos o antílopes, estos tienen un temperamento diferente, acondicionado a huir o a agredir a los mamíferos depredadores, o bien, como el caso del elefante, su gestación es de crías únicas y de períodos de desarrollo, crianza y madurez sexual muy largos. De acuerdo al principio de Ana Karenina, la existencia de estos factores negativos hacen a estos animales poco aptos para la domesticación.
La convivencia estrecha con el ganado dio lugar, en la sociedades ganaderas, a la exposición a gérmenes de origen animal por parte del ser humano, y la mayor densidad demográfica produjo que estos gérmenes pudieran atacar a poblaciones humanas ocasionalmente, incluso adquiriendo el carácter de epidemias. Con el tiempo, las sociedades euroasiáticas llegaron a inmunizarse relativamente contra esos gérmenes. De hecho, fueron las epidemias de enfermedades como la viruela, el sarampión, la tuberculosis, la gripe y otras, un factor decisivo en el dominio de los occidentales sobre poblaciones no expuestas con anterioridad a estos gérmenes y por tanto no inmunes, como los indígenas americanos antes de 1492.
Diamond señala que casi todos los logros de las sociedades humanas (científicos, artísticos, arquitectónicos, políticos y otros) han ocurrido en el continente euroasiático, mientras que las sociedades en otros continentes (África Subsahariana, América y Australia) han sido conquistadas, desplazadas, o, en casos extremos como ocurrió con los indígenas de América, Australia y Sudáfrica, fueron completamente exterminados por fuerzas militares y políticas de las sociedades euroasiáticas. Estas ventajas tienen su origen en el dominio temprano de la agricultura poco después de la última glaciación. Jared Diamond propone explicaciones para las diferencias tan drásticas en la distribución tanto de poder como de tecnología entre las distintas civilizaciones de la historia.
Así mismo, dentro de Eurasia hay otros factores por el cual occidente finalmente aventajó a otras civilizaciones como las semíticas (Creciente Fértil), China e India. En el caso de las sociedades semíticas fue la devastación ecológica del Creciente Fértil que favoreció mayores condiciones desérticas y drásticas, trasladándose el eje del poder paulatinamente al oeste, a Europa, con el paso de los milenios desde tiempos de Alejandro Magno. El dominio de occidente sobre China e India fue por su nivel de pluralismo social, que en el caso de Europa fue intermedio, es decir, no fue tan plural como en India, donde se impidió la rápida transmisión de saberes, ni tan homogéneo, como la sociedad China, donde decisiones centrales importantes afectarían el desarrollo y porvenir del resto de la sociedad (inmovilismo cultural chino). Para Diamond este pluralismo cultural también tiene una explicación última biogeográfica pues la geografía de China y su litoral es más suave y homogénea que la geografía recortada Europea.
Para Diamond las potencias mundiales modernas no resultan una anomalía pues, potencias como Japón, Estados Unidos, Australia o Brasil, son descendientes directos de las culturas euroasiáticas y, por lo tanto, ya cuentan con un amplio legado y una larga historia del conocimiento de la escritura, la maquinaria de metal y del gobierno central. El cultivo del arroz, los metales, la escritura y la domesticación del cerdo fueron introducidos a Japón desde el resto de Asia, muy probablemente por inmigrantes de la península coreana desde el año 400 a,C. Japón tiene el clima templado más húmedo del mundo siendo muy apto para la agricultura intensiva del arroz de regadío. Por otro lado, en el caso estadounidense, la cuenca del Mississippi y el Medio Oeste de los Estado Unidos es una de las regiones planetarias más productivas de plantas y ganado proveniente de Europa, situación que, además del relativo aislamiento geográfico con respecto a otras potencias euroasiáticas, ha propiciado que sea la primera potencia mundial. No obstante, en el nuevo milenio ha existido una nueva emergencia de viejas potencias euroasiáticas, como la India y China, esto basado en su numerosa mano de obra.
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