CHILE: PAÍS MEDIOCRE

La mediocridad es peor que el fracaso, es una máscara para ocultar que no somos perfectos, que vivimos caminando en una rutina que no nos deja ver más allá de la punta de la nariz. Es no hacer lo que se nos encomienda, darle vuelta a los asuntos para dejar todo a medias o igual que antes. No tener mérito para hacer bien los deberes, vivir a medias, afirmándonos a una tabla de salvación como un pobre diablo.

El mediocre es una triste sombra proyectada por la sociedad, piensa con cabeza ajena, no tiene la capacidad de formarse sus propios ideales, es un individuo imperfecto que no logra derrotar la rutina. Pero cree que está en su mejor momento, no se da cuenta que piensa demasiado poco, que no tiene un razonamiento libre de prejuicios y vive detestando a los que se superan.

El mediocre vive criticando a los demás, pero no se atreve a hacer las cosas. Forma parte de la chusma envidiosa, que vive atrapada en una especie de cadena perpetua social y emocional. La mediocridad la vemos a diario en nuestro país, porque nada se hace bien. Las instituciones no funcionan porque su gente no tiene talento, hace todo a medias, pues todos los días se levanta a hacer lo que no quiere, y envidiando al que luchó para hacer algo mejor de su vida.   

Chile, lamentablemente, es un país de mediocres. No somos los ingleses ni los suizos de sudamérica, tampoco somos unos jaguares, escasamente somos ratones de "cola pelá". Por esta razón, vez tras vez, chocamos con la misma piedra. Pese a las experiencias: de aludes, anegamientos por lluvia, salidas de ríos, cuestiones que sufrimos todos los años, jamás se hacen las cosas inteligentemente para que no vuelvan a ocurrir. Siempre ha sido así, y siempre será igual.

Continuaremos culpando a los demás por lo que no hicieron, a las autoridades por su incompetencia.  No tenemos excusas ni autocrítica. La mediocridad ha dejado de ser un fantasma para convertirse en una triste realidad.

"La envidia es el mejor homenaje que la mediocridad le rinde al talento"