sábado, 24 de agosto de 2019

CASTILLO DE VILLENA


Castillo de la Atalaya de Villena se levanta sobre una estribación del monte de San Cristóbal o de la Villa, en la localidad de Villena, al noroeste de la provincia de Alicante, España, próximo a las líneas de separación de las provincias de Albacete, Valencia y la región de Murcia, y domina la antigua línea fronteriza entre Castilla y Aragón. Fue construido por los árabes en fecha desconocida, aunque no después del siglo XII, ya que las fuentes árabes ya lo mencionan en el año 1172. Fue una importante plaza fuerte musulmana, muestra de su robustez es que las tropas de Jaime I tuvieron que asediarlo tres veces antes de conseguir tomarlo, en 1240, en manos de un ejército formado por los caballeros de la orden de Calatrava junto con mercenarios almogáraves, al mando de Ruy Pérez Ponce de León, comendador de Alcañiz.

La fortaleza tuvo un importante papel en las Revueltas de las Germanias, ya que allí se refugió el virrey Diego Mendoza después de su derrota en Gandia, y de ella partieron las tropas para arrebatar del poder de los sublevados la ciudad de Valencia. También fue importante en la Guerra de Sucesión, cuando 50 hombres fieles a los borbones soportaron un asedio de 8 días de los austríacos, a quienes, finalmente, hicieron levantar el cerco. Este hecho le valió el título de Fidelísima, que añadió a los que ya poseía de Muy Noble y Muy Leal.

En la Guerra de la Independencia de España contra los franceses, fue el castillo de la Atalaya punto estratégico, hecho por el cual mandó el mariscal Suchet volar las cubiertas de la torre del homenaje, incluyendo gran parte de las dos bóvedas almohades, que juntas con la del castillos de Biar, son unas de las más antiguas de España y de todo el Magreb. A partir de entonces el castillo quedó abandonado, convirtiéndose en lugar de pasto y cementerio de perros vagabundos, como denunció el arqueólogo villenense José María Soler García. A sus esfuerzos se debe que a partir de 1958 se hayan llevado a cabo obras de restauración, y de diversas excavaciones que han permitido recuperar interesantes materiales sobre la historia  de la ciudad y la fortaleza, partes de las cuales se exhiben en el Museo Arqueológico José María Soler.

Las primeras obras de restauración de 1958, se centraron en la reconstrucción de las cubiertas de la torre del homenaje y de las torrecillas que la coronan. Durante los años 60 se restauraron las murallas que rodead el patio de armas, y en 1971 se reconstruyeron los dos cubos que flanquean la entrada del castillo. El castillo a vuelto a formar parte de la ciudad, desde allí se lanzan los fuegos artificiales del inicio de la Fiesta de Moros y Cristianos. Ya desde la década de 1990 se rehabilitaron totalmente los alrededores de la fortaleza y se puso en marcha la iluminación nocturna del monumento.

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