jueves, 28 de noviembre de 2019

SAN AGUSTÍN


San Agustín de Hipona nace en Tagaste el 13 de noviembre de 354 d.C., fallece en Hipona, Annaba, Argelia el 28 de agosto de 430 d.C. Después conocido como San Agustín, es un santo padre, y doctor de la iglesia católica. "El Doctor de la Gracia" fue el máximo pensador del cristianismo del primer milenio, según Antonio Livi uno de los más grande genios de la humanidad. Autor prolífico, dedicó gran parte de su vida a escribir sobre filosofía y teología, siendo Confesiones y La Ciudad de Dios sus obras más destacadas.

Su padre era un pequeño propietario pagano y su madre, la futura Santa Mónica, es puesta por la Iglesia como ejemplo de mujer cristiana, de piedad y bondad probadas. Ella le enseñó a su hijo los principios básicos de la religión cristiana y al ver como su hijo se separaba del camino del cristianismo se entregó en oración constante en medio de un gran sufrimiento. Años más tarde, San Agustín se llamará así mismo "el hijo de las lágrimas de su madre". En Tagaste comenzó sus estudios básicos, posteriormente su padre lo envió a Madaura a realizar estudios de gramática.

                                                San Agustín y Santa Mónica

Agustín destacó en el estudio de las letras, mostró gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica y poseía gran elocuencia. Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago, donde se especializó en gramática y retórica. A los 19 años, la lectura de Hortensius de Cicerón despertó en la mente de Agustín el espíritu de especulación y así se dedicó de lleno al estudio de la filosofía, ciencia en la que sobresalió. Durante su juventud conoció una mujer con la que tuvo un hijo: Adeodato. Su búsqueda incansable de respuesta a la verdad, pasó de escuela en escuela filosófica sin encontrar respuesta a sus inquietudes. Abrazó el maniqueísmo, esperando encontrar un modelo con el cual orientar su vida, años después, decepcionado, la abandonó al considerar que era una doctrina simplista que apoyaba la pasividad el bien ante el mal.

En el año 383, parte a Roma. Gracias a su amigo y protector Símaco, prefecto de Roma, fue nombrado magister rhetoricae en Mediolanum, la actual Milán. Agustín, como maniqueo y orador imperial de Milán era rival en oratoria del Obispo Ambrosio. Empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y corazón. Ambrosio le hizo conocer los escritos de Plotino y la epístolas de Pablo de Tarso. Rompió con el maniqueísmo, se produjo la conversión y se convirtió al cristianismo en el 385

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