Chile vive tiempos difíciles, tenemos un grave problema social que se arrastra por años, sin que ningún gobierno se haya atrevido a solucionar. Lo poco y nada que se ha hecho en favor de los más desposeídos, se ha realizado en los gobiernos de la presidenta Bachelet.
Diputados y senadores no hacen nada por sus electores, las promesas quedan en el canasto de los papeles. Habitualmente votan a favor los proyectos que envía el ejecutivo, que generalmente velan por los sagrados intereses de los empresarios, que siempre han hecho de la explotación un negocio para su propio enriquecimiento.
Situación que ha permitido que la gente, aburrida de los abusos, bajos salarios, pensiones de hambre, haya salido masivamente a protestar a las calles de todas las ciudades del país. Situación que ha puesto a las autoridades políticas en una alerta incómoda. Han llamado a mesas de diálogo a la oposición, con el objetivo de parar este reventón social, que puede desembocar en una insurrección.
Pero, no hay soluciones reales, todo es trámite y conversaciones que no producen los resultados que la gente necesita, para vivir con dignidad. Veremos que nos depara el tiempo, no mucho, porque tenemos un presidente desorientado. Piñera no está a la altura de un estadista, y no se atreve a dar un golpe de timón para mejorar la situación social de los chilenos.
Pero, no hay soluciones reales, todo es trámite y conversaciones que no producen los resultados que la gente necesita, para vivir con dignidad. Veremos que nos depara el tiempo, no mucho, porque tenemos un presidente desorientado. Piñera no está a la altura de un estadista, y no se atreve a dar un golpe de timón para mejorar la situación social de los chilenos.
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