miércoles, 11 de diciembre de 2019

DE PROFUNDIS


Dicen que la fe mueve montañas, solo he visto montañas cuesta abajo sepultando pueblos y a sus habitantes, como hemos visto y vivido muchos terremotos y tsunamis arrasando con ciudades y dejando miles de seres humanos y animales muertos.

¿Qué es la fe? La Biblia, en el Nuevo Testamento, afirma: "que es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la certeza de las realidades que no se ven" (Hebreos  11: 1) ¿Se puede tener fe, cuando lo que el hombre solo ha visto y vivido son desgracias de todos tipo, como: CatástrofesGuerras, males incurables y pestes que han matado a millones de seres humanos?

Desde niños nos enseñaron que Dios es Amor, que debíamos creer y tener fe en él, porque era Bueno, Justo Omnipotente, un Dios de bondad que siempre respondería a nuestras oraciones. Pero en la triste realidad, eso no lo vemos, sus propios representantes de su iglesias, han cometido aberraciones, abusos, pedofilia y violaciones de menores.

Tampoco lo vemos en los grandes empresarios y políticos, que siempre han defraudado a los trabajadores pagando salarios miserables, explotándolos desde que el tiempo es tiempo. Miles de trabajadores han sido asesinados cuando protestaban por justas demandas sociales. Jamás hemos visto a Dios impedir y terminar con estos atropellos a los DDHH.


Cuando llegamos a la vejez, después de 45 o más años de trabajo, los ancianos  somos discriminados por la sociedad, la misma que ayudamos a construir. Percibiendo pensiones de hambre, muchos debemos continuar trabajando para no caer en la miseria y poder costear los gastos de medicamentos, ya que generalmente tenemos males crónicos. A esta edad, 76 años, ¿en qué podemos tener fe?

En la soledad de la noche, cuando Morfeo está ausente, pensamos en el poco futuro de vida que nos va quedando. Vuelve a asomar la promesa de una vida eterna que nos inculcaron clérigos y la familia católica a la que pertenecíamos. A veces decimos una oración, pidiendo por nuestra salud y una muerte en gracia, sin sufrimiento, a ese Dios que nunca vimos ni conocimos. Es nuestra última esperanza, la oportunidad de ver la luz antes de partir a lo desconocido.

"Ser viejo tiene valores y sabiduría, pero la ancianidad es de dulce y agráz"

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