Gustav Mahler nace en Kalistê, Chequia el 7 de julio de 1860, fallece en Viena, Austria el 18 de mayo de 1911. Fue un compositor y director de orquesta austriaco y de ópera de su momento, cuyas obras se consideran, junto con las de Richard Strauss, las más importantes del postromanticismo., en la primera década del siglo XX.
Después de graduarse en el Conservatorio de Viena, en 1878, fue director de varias orquestas cada vez más importantes en diversos teatros de ópera europeos, llegando en 1897 a la que entonces se consideraba la más notable: la dirección de la Ópera de la Corte de Viena. Mahler judío converso al catolicismo sufrió la oposición y hostilidad de la prensa antisemita. Sin embargo, gracias a sus innovadoras producciones y a la insistencia en los más altos niveles de representación, se granjeó el reconocimiento como uno de los más grandes directores de las óperas de Richard Wagner y de Wolfgang Amadeus Mozart. Posteriormente, fue director de la Metropolitan Opera House y de la Orquesta Filarmónica de Nueva York.
Como compositor centró sus esfuerzos en la forma sinfónica y en el lied. La Segunda, Tercera, Cuarta y Octava Sinfonías, y Das Lied von der Erde conjugaron en sus partituras ambos géneros. Introdujo elementos de distinta procedencia como melodías populares, marchas, fanfarrias militares, mediante un uso personal del acorde, entrecortando o alargando inusitadamente las líneas melódicas, en el interior del marco formal que absorbió de la tradición clásica vienesa. Sus obras sinfónicas adquirieron desmesuradas proporciones e incluían armonías disonantes que sobrepasan el cromatismo utilizado por Wagner en Tristán e Isolda. Su obra generó la incomprensión de su música, con una hostilidad generalizada, pese al apoyo de una minoría entusiasta de los miembros de la Segunda Escuela de Viena que lo tenía como su más directo precursor.
De su obra cabe señalas sus Nueve Sinfonías terminadas, y varios ciclos de canciones o lieder. La revalorización de Mahler fue lenta, al igual que la de Anton Bruckner, y se vio retrasada a causa de su gran originalidad y del auge del Nazismo en Alemania y Austria, pues su condición de judío catalogó a su obra como "degenerada" y "moderna". Lo mismo sucedió con otros compositores, caídos en desgracia en el Tercer Reich. Solo al final de la Segunda Guerra Mundial, su música empezó a interpretarse con mayor frecuencia en el repertorio de las grandes orquestas, encontrándose entre los compositores más destacados en la historia de la música.
Como compositor centró sus esfuerzos en la forma sinfónica y en el lied. La Segunda, Tercera, Cuarta y Octava Sinfonías, y Das Lied von der Erde conjugaron en sus partituras ambos géneros. Introdujo elementos de distinta procedencia como melodías populares, marchas, fanfarrias militares, mediante un uso personal del acorde, entrecortando o alargando inusitadamente las líneas melódicas, en el interior del marco formal que absorbió de la tradición clásica vienesa. Sus obras sinfónicas adquirieron desmesuradas proporciones e incluían armonías disonantes que sobrepasan el cromatismo utilizado por Wagner en Tristán e Isolda. Su obra generó la incomprensión de su música, con una hostilidad generalizada, pese al apoyo de una minoría entusiasta de los miembros de la Segunda Escuela de Viena que lo tenía como su más directo precursor.
De su obra cabe señalas sus Nueve Sinfonías terminadas, y varios ciclos de canciones o lieder. La revalorización de Mahler fue lenta, al igual que la de Anton Bruckner, y se vio retrasada a causa de su gran originalidad y del auge del Nazismo en Alemania y Austria, pues su condición de judío catalogó a su obra como "degenerada" y "moderna". Lo mismo sucedió con otros compositores, caídos en desgracia en el Tercer Reich. Solo al final de la Segunda Guerra Mundial, su música empezó a interpretarse con mayor frecuencia en el repertorio de las grandes orquestas, encontrándose entre los compositores más destacados en la historia de la música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario