Para Allende la política no fue una apuesta frívola, sino una vocación trascendental, seria, responsable y leal al pueblo.
Allende no le falló al pueblo, fue consecuente hasta el final. Murió conforme su palabra, abrazado a la democracia traicionada.
Cuando Allende se suicidó, disparó certeramente a la conciencia y corazón de conspiradores y golpistas.
Pinochet erigió a Allende en un mártir. Con su inmolación pasó a la gloria con dignidad. En cambio, el dictador, se convirtió en el peor criminal de Chile.
Allende no le falló al pueblo, fue consecuente hasta el final. Murió conforme su palabra, abrazado a la democracia traicionada.
Cuando Allende se suicidó, disparó certeramente a la conciencia y corazón de conspiradores y golpistas.
Pinochet erigió a Allende en un mártir. Con su inmolación pasó a la gloria con dignidad. En cambio, el dictador, se convirtió en el peor criminal de Chile.
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