Se acerca el otoño y es
un agrado caminar a orillas del mar,
contemplo la playa desierta, libre,
las aguas bañan la arena dorada.
La brisa acaricia, las olas golpean
el granito de las rocas que resisten
los arrebatos de las aguas azules,
la espuma blanca cubre las algas.
Cae una leve llovizna, el cielo
derrama sus gotas de lluvia,
agua que a unos pocos alegra
y a otros los llena de angustia.
Pierdo la vista en el horizonte
y pienso en el último beso,
en este mismo paisaje otoñal,
que inflamó la dulzura de la tarde.
Beso que se lo llevó el tiempo,
se perdió en las penumbras del ocaso,
entre mar y cielo vivo el olvido,
pues jamás te volveré a encontrar.
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