Una tarde casi oscura
con sed de pasión y corazón alterado,
por gracia y ventura
pude salir y nadie lo ha notado.
Fue una velada dichosa,
prohibida, que nadie conocía
por suerte dicha cosa,
donde apagaba la sed que me consumía.
Noche de halagos y caricias,
hasta el asomo de la alborada.
Fue una maravilla... ¡albricias!
lo que disfruté con mi bienamada.
He vuelto a casa nadie me oyó,
vengo con el aroma de su cuerpo,
nadie conoce el amor mejor que yo,
y es mi secreto ... ¡por cierto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario