es ser parte de una familia,
saberse que ha estado siempre
presente en ella, de por vida.
A pesar del tiempo y distancia
que habitualmente nos separa,
hay un nexo, una equivalencia
de unidad, permanente y clara.
Unión arraigada en el pensamiento,
porque es un sello de amor filial
que no se rompe, es un sentimiento
puro, presencia y luz universal.
Para nosotros, los más viejos,
se nos llena el alma de emoción,
nostalgia por los que hoy no están,
pero los tenemos en el corazón.
Uno quisiera que esto fuera eterno,
tener familia por toda una eternidad,
sin ausencias, esto no es un infierno,
pero sí, nos ha privado de felicidad.
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