El tiempo es implacable,
vuela con celeridad
casi sin sentirlo la vida,
se marchita ante el ocaso.
Buscamos la felicidad,
también el amor, deseamos
cumplir nuestras metas
para encontrar la gloria.
A veces tenemos la dicha
de obtener nuestros sueños,
otras veces solo son pequeños
arrebatos que fenecen en el intento.
Así, una vida sin amor,
sin el tesoro del triunfo,
se transforma en una nebulosa
que cubre con un manto ominoso.
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