Sabía de tu vida
y conocerte quería,
tenía que verte un día
para admirar tu hermosura.
Una tarde te conocí,
ibas caminando con gracia
principesca, mi ventura
fue ver tu frescura.
¡Qué porte!.. ¡Qué ojos!
a tus pies me rendí
mujer tal como te soñé.
¡Un ángel! me dije, y no mentí.
La tristeza se mutó en alegría,
me regalaste una sonrisa,
caminabas sola, sin prisa,
dejando esperanzas, alma mía.
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